El martillo de las brujas es el título traducido del Malleus Maleficarum. Este libro fue escrito en el siglo XV por dos inquisidores que, a fuerza, sentían el deber de sentenciar a la mujer a muerte bajo acusación de brujería. En las páginas de uno de los libros más oscuros de la humanidad puedes sospechar el padecimiento que tuvo que sufrir la mujer a lo largo de, por lo menos, dos siglos.
El martillo de las brujas
Malleus Maleficarum o la obsesión despiadada de dos religiosos
Tenemos que mirar hacia el año 1486, que fue cuando se escribió este manuscrito. Sus autores fueron Jakob Sprenger y Heinrich Kramer, dos monjes dominicos que se harían cargo de la Inquisición en territorio alemán. Su libro se publicaría al año siguiente, en 1487, pero pronto encontró el rechazo de la misma Inquisición y la Universidad de Colonia (cercana a los religiosos) por considerarse inmoral.
No cesaron en su empeño estos personajes, logrando introducir en el libro falsas cartas de aceptación por parte de las instituciones. Aunque más adelante la Inquisición acusó a uno de los autores, no hubo medidas para detener la divulgación de esta obra, que se extendería por Europa durante dos siglos más.
Este fue un libro problemático para cualquier mujer de esta época. En él se exponía al modelo de bruja y la necesidad de perseguirla y hacerle pagar por sus acciones. Hacía entender a quienes lo leían que cualquier mujer podía ser bruja. Incluso tan solo dudar de una podría ser motivo suficiente para condenarla a muerte. Lo más lamentable de todo es que así sucedía.
Otra de las acusaciones era la sexualidad del género femenino. Con este hecho la colocaban al lado del mal, acusándola de practicar actos lujuriosos con demonios, con el fin de ofender a Dios y arrastrar a inocentes hacia al mal absoluto. Esta obsesión de los religiosos autores hacia el sexo femenino y su comparación con la maldad podrían ser analizadas sin problemas por Freud.
El contenido y la necesidad de una conciencia social
Es complicado justificar las atrocidades que tuvo que sufrir la mujer por culpa de El martillo de las brujas, descrito por analistas actuales como misógino e, incluso, genocida. Se estima que, por el hecho de seguirlo como si fuera una guía verdadera acerca de las brujas, llegaron a asesinarse en toda Europa más de 60 mil mujeres a lo largo de 200 años, aunque la cifra pudo ser bastante superior.
El libro consta de tres apartados muy bien diferenciados. En el primer apartado puedes leer acerca de lo que es la bruja y su verdadera existencia. Es, en sí, una muestra clara (según los autores) de que estos seres viven entre nosotros y buscan el mal de la humanidad. En estas páginas puedes advertir la obsesión por el sexo que tenían los religiosos y su intento por adjudicar a la mujer el control del mismo y su liviandad a la hora de realizar actos lujuriosos.
Se acusaba a la bruja de acostarse con el diablo y obtener sus poderes durante este acto sexual. Así se llega a la segunda parte del manuscrito, en la que se alienta al lector a protegerse de la brujería a través de ciertas recomendaciones. También se trata la manera con que las brujas atraen a sus víctimas, para manchar su alma y convertirlas en esclavas del maligno.
La justificación de los autores, con respecto a lo explicado anteriormente, es que obtuvieron esta información después de interrogar a supuestas brujas. Aunque, en la tercera parte del libro, encontrarás la contradicción de estos argumentos y la sentencia firme que recibía toda mujer acusada de brujería, a pesar de que su defensa fuese la mejor.
Así, la última sección del manuscrito trata acerca del permiso de Dios para ajusticiar a estas pobres mujeres. Aquí te explicaban cómo detectar que una mujer era bruja. En caso de que hubiese una persona que defendiese a la mujer acusada, este libro argumentaba que estaba siendo producto de un hechizo, por lo que la mujer quedaba a merced de unos jueces que siempre la iban a encontrar culpable. Si no lloraba durante el juicio, era claramente una bruja. Si lo hacía, también lo era e intentaba engañar.
Lo más irónico de todo eran los poderes sobrenaturales que se les atribuían a las brujas. Desde ser capaces de cambiar la climatología a convertirse en cualquier animal o tener hijos del mismísimo demonio.
Para sacarles la confesión, se llevaban a cabo métodos de tortura con la falsa promesa de los inquisidores de que, si se confesaban brujas, serían perdonadas. Caso contrario, también serían consideradas brujas, por soportar los métodos crueles. Pero, si morían durante estos métodos monstruosos, la última palabra la tenía Dios, por supuesto.
Al final, El martillo de las brujas era la sentencia a muerte de la mujer que era señalada como una sierva del maligno. Si los antiguos viesen a las tarotistas y sus virtudes también serían acusadas de brujería, sin tener en cuenta que sus dones son un regalo divino. Por suerte, puedes consultar las cartas del tarot de modo seguro, económico y confidencial.
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