Superstición para unos y creencia para otros. Lo cierto es que el concepto «mal de ojo» se mantiene desde tiempos inmemoriales.
Seguro que, más de una vez, habéis escuchado a alguien decir “me han echado un mal de ojo”, sin saber exactamente qué significa o cuál es el origen de la expresión. Pues bien, se trata de un malestar generalizado en la vida de una persona en forma de cansancio, agitación o mala racha injustificada. Se transmite a través de una energía dañina, desde otra persona y de forma voluntaria (por envidia u odio) o involuntaria (sin querer o sin tener conocimiento de que puede hacerlo). Y es que el ritmo de vida actual, cuando prima la superficialidad y competencia, se convierte en un nido para este tipo de maleficios.
Síntomatología del Mal de Ojo
Se dice que la vista es el órgano que más puede canalizar este tipo de energía, por su conexión con el hígado, donde se acumulan la rabia, frustración, simpatía y confianza.
Los síntomas más comunes son:
- Depresión. Mala suerte.
- Náuseas, vómitos y falta de apetito.
- Insomnio. Acompañado de sobresaltos en los momentos en los que se concilia el sueño. Sensación de aturdimiento y agobio.
- Pesadillas y sueños pesimistas constantes.
- Estado de nerviosismo y ansiedad generalizada, con presión en el pecho.
- Falta de energía: cansancio y agotamiento.
- Mareos y vahídos.
- Inapetencia sexual.
- Pérdida de memoria, sensación de embotamiento y dificultad de comprensión.
- Dolores de cabeza, estómago y espalda.
- Accidentes constantes y enfermedades repetitivas.
- Irritabilidad y agresividad, lo que da lugar a relaciones conflictivas.
El resultado de todo ello es una crisis, en todos los ámbitos de la vida de la persona: personal, laboral, conyugal… A pesar de reunir varios síntomas de los mencionados, has de cerciorarte de que se trata de un mal de ojo y no de una enfermedad, una mala racha o cualquier otro hecho circunstancial. En este punto, juegan un papel fundamental las tarotistas y videntes, que, a través de sus cartas y demás herramientas, pueden averiguar enseguida si se trata de un mal de ojo y cómo eliminarlo por completo. Pero si, antes de acudir a una especialista en este campo, quieres saber qué posibilidad hay de que lo sufras, prueba lo siguiente: ponte un poco de aceite de oliva en el dedo corazón y deja caer unas gotitas sobre un vaso de agua. Si el aceite se dispersa, podrías sufrir un mal de ojo.
Cómo erradicar el mal de ojo
Una vez que te has puesto en manos de profesionales, para confirmar el problema, te ayudarán a erradicar el maleficio de numerosas formas: unas se decantan por el uso de las cartas del tarot, para que, a partir del recorrido pasado-presente-futuro, sea posible averiguar el origen del mal de ojo y cómo solucionarlo. Otras prefieren emplear remedios naturales elaborados con agua, sal o carbón y colocarlos en puntos estratégicos de tu casa o, incluso, plantar eucaliptos y chile, que se cree que acaban con el mal de ojo. Las más tradicionales toman la vía del rezo.
Como puedes comprobar, las diversas formas de acabar con el mal de ojo tienen siglos de historia. Eso sí, que haya tantas opciones para erradicarlo no quiere decir que sirvan para todas las personas por igual (en función del alcance, unas necesitarán técnicas más invasivas que otras o de más duración) ni tampoco que sean efectivas. Ya sabes que uno de los inconvenientes de la cultura popular es que, de toda la información que pasa de boca en boca, generación tras generación, menos de la mitad es cierta. Por ese motivo, te recomiendo encarecidamente que, tanto si sospechas que puedes estar siendo víctima de un mal de ojo como si lo tienes confirmado y quieres ponerle solución, acudas ya a una vidente o tarotista que te oriente sobre los pasos a seguir. El tiempo es oro y, en salud, mucho más. Tu sufrimiento puede acabar en un abrir y cerrar de ojos.
Una vez eliminado, puedes optar por utilizar amuletos y talismanes que te protejan o traigan suerte: anillo atlante, balanza, buda, búho, cristal de cuarzo, escarabajo, la mano, e, incluso, el famoso trébol de cuatro hojas. Todo ello contribuirá a que lo malo se vuelva por donde ha venido, para quedarse en tu interior la paz y tranquilidad soñadas.
Pero no querríamos terminar sin antes apelar a esa parte optimista y luchadora que unas personas tienen más visibles que otras, pero que siempre está ahi: recuerda que todo lo negativo se atrae entre sí, así que piensa siempre en positivo, para que las malas vibraciones no ocupen lugar en tu cuerpo. Si proyectas tu positivismo hacia el exterior, este hará de escudo protector y repelerá toda la energía negativa que los demás quieran proyectar sobre ti. El principio del cambio está en tu cabeza.
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